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12-20-49 GS

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

Cuando los padres de la compañía de Jesus trataron de arreglar sus estudios por los años de 1758, observaron, por lo respectivo á la enseñanza de la lengua latina, que al paso que, para aprenderla con perfeccion, era indispensable el uso de los autores clásicos del siglo de oro, ni habia los suficientes para surtir las aulas, ni los que habia era buenos, por el poco cuidado que hasta entonces se habia tenido en la disposicion y correccion de los libros que se imprimian para uso de los estudios de gramática.

Con este motivo trataron tambien de si seria mas conveniente poner en manos de los estudiantes los autores con solo el texto latino, ó con su traduccion castellana al lado; y examinada la materia, convinieron por último en que con las Fábulas de Fedro y algunas Cartas de Ciceron, que con sus correspondientes traducciones se habian impreso ya en Búrgos, habia lo bastante para que los muchachos rompiesen á traducir; y por lo respectivo á los demas autores que eligieron y tuvieron por suficientes para todas las clases, determinaron que se fuesen disponiendo con breves sumarios castellanos en cada capítulo ó párrafo, que fijasen la atencion en el asunto de que el autor iba á tratar, y con notas, tambien en cas

tellano, que diesen luz en los lugares oscuros ó mas dignos de observarse; y que se imprimiesen en la imprenta que á este fin se habia establecido en el colegio de Villagarcía de Campos.

Los autores elegidos, ademas de Fedro y las cartas de Ciceron, fueron : de los prosaicos, Ciceron, Quinto Curcio, Salustio y Julio César; y de los poetas, Virgilio, Ovidio y Horacio; y habiendo encargado su exámen, arreglo y correccion á los padres mas instruidos en la lengua latina, y versados en la enseñanza, se vió ejecutado el plan en ménos de dos años, y surtidas de autores clásicos correctos y anotados, no solo las aulas de gramática de los jesuitas, sino las demas del reino con las copiosas ediciones de ellos que se hicieron en Villagarcía '.

Con estos auxilios empezó á mejorarse la latinidad, que se hallaba bastante decaida en España por el destierro que sufrian casi todos los escritores clásicos latinos

1 En una obrita del padre Francisco Javier de Idiaquez, de la compañía de Jesus, impresa en Villagarcía el año de 1758, con el título de Prácticas é industrias para promover las ciencias humanas, se dice al folio 42: « Las ediciones que iremos dando al público (con sumarios y notas en castellano) para provecho de la juventud, serán de Ciceron, de Curcio, de Salustio, de César, de Virgilio, de Ovidio y de Horacio.» Y al folio 43 : « El Horacio se imprimirá con las notas y parafrasis en latin, con que le hizo tan apreciable el padre Juvencio.... Lo mas útil es el Arte poética, en que tambien se enseña á discurrir y á hacer crisis de todo género de obras de ingenio, y por eso lo primero que se imprima será el Arte poética. »

Sin embargo de esta prevencion, ni han llegado hasta ahora á nuestras manos el Salustio y el César impresos en Villagarcía con notas, ni hemos hallado quien nos dé razon de que efectivamente se ilustrasen é imprimiesen estos dos autores por los jesuitas; lo que nos inclina á creer que mudarian de parecer y no los harian, así como hicieron y publicaron otros, entre ellos el Cornelio Nepote con sumarios y notas del mismo padre Idiaquez, sin que este los cite en sus Prácticas.

de las aulas de gramática, y la subrogacion de los Emblemas de Alciato, las Fábulas de Hisopo en malísima prosa latina, el Breviario, Concilio, san Jerónimo y otros modernos de mal latin, ó por lo menos no de aquel que hablaron y dejaron en sus obras los hombres sabios que vivieron en los tiempos inmediatos al imperio de Augusto, que fué la época de la perfeccion de la lengua latina; pero como, por desgracia, quedaron cerrados los estudios de los jesuitas, y estos preciosos libros sin circulacion por muchos años, volvieron á apoderarse de las aulas los que habian ocasionado la corrupcion de la lengua latina entre nosotros, ó se echó mano de las ediciones incorrectísimas de algunos clásicos que por sus muchos errores, y por no tener notas que aclarasen los lugares oscuros, no podian suplir la falta de los

otros.

Bien persuadidos de esta verdad algunos preceptores amantes del adelantamiento de sus discípulos, han buscado y han encargado á estos busquen los autores impresos en Villagarcía; y otros han publicado con notas suyas, ó tomadas de aquellos, uno que otro autor para uso de sus aulas; pero ninguno, ni todos ellos juntos han formado una coleccion tan selecta, tan útil, ni tan bien trabajada como la de los jesuitas.

Esto pues, y el deseo de que la juventud vuelva á tener abundante surtido de los autores latinos impresos en Villagarcía, nos han movido á pensar en una nueva edicion de todos ellos, y lo ejecutaremos con la brevedad posible, si, como esperamos, el público recibe benignamente esta de Virgilio, por donde hemos principiado.

Nada hemos añadido de particular á los argumentos y notas que el padre José Petisco puso á su Virgilio de

Villagarcía; pero se ha variado la forma y disposicion del texto y notas, por parecernos esta mas acomodada que la otra; y este mismo sistema seguiremos en los demas autores, procurando que todos salgan con la mejor correccion posible.

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Publio Virgilio Maron, príncipe de los poetas latinos. nació en Andes, pueblo pequeño del territorio de Mantua, el dia 15 de octubre del año 684 de la fundacion de Roma, 70 ántes de Jesucristo, siendo cónsules la primera vez Cn. Pompeyo Magno y M. Licinio Craso, y su nacimiento hizo memorables para siempre los ídus de aquel mes. Su padre Maron ejerció el oficio de alfarero, segun la opinion mas probable. Se crió Virgilio en Cremona, y á la edad de diez y seis años vistió la toga viril, cabalmente en el mismo dia en que murió el poeta Lucrecio, siendo cónsules por segunda vez los mismos que lo habian sido el año de su nacimiento.

Desde Cremona pasó á Milan, y poco despues á Nápoles, en donde se aplicó con la mayor intension al estudio de la literatura griega y latina, y principalmente á la medicina y matemáticas, en cuyas dos ciencias fué tenido por el mas sabio. De allí pasó á Roma, y muy luego tomó amistad con el caballerizo mayor de Augusto, y curó muchos caballos enfermos; por lo cual mandó Augusto que se le diese cada dia un pan como á uno de sus caballerizos; cuya merced se le duplicó y triplicó despues por otras cosas que hizo en servicio del César.

Desde sus mas tiernos años descubrió Virgilio su ge

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